domingo, 21 de junio de 2015

Bajo la misma estrella

- Hola. Mi nombre es Hazel Grace Lancaster y Augustus Waters fue el fugaz gran amor de mi vida. Nuestra historia de amor fue épica y probablemente no logre decir ni una oración más sin hundirme en un mar de lágrimas.
Como todas las historias de amor reales, la nuestra morirá con nosotros. Y así debe ser. Esperaba que fuera él quien me hiciera un discurso fúnebre a mí. Porque nadie más podría Sí, no. No hablaré de nuestra historia de amor, porque no puedo. Así que, en vez de eso, voy a hablar de matemáticas. No soy matemática, pero una cosa sí sé. Entre el cero y el uno hay infinitos números. Está el 0.1, el 0.12, el 0.112 y una colección infinita de otros números. Entre el cero y el dos también hay una colección infinita de números, pero mayor. Y entre el cero y un millón. Hay infinitos más grandes que otros. Nos lo enseñó un escritor que solía gustarnos. ¿Saben? Quiero más números de los que seguramente obtendré. Y, Dios quiero más días para Augustus Waters de los que obtuvo. Pero, Gus, amor mío no puedo expresar lo mucho que te agradezco nuestro pequeño infinito. Esperen. Me diste una eternidad en nuestros días contados. Y por ello te estaré agradecida por siempre. Te amo mucho.
-Yo también te amo.
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-Señor Van Houten, soy una buena persona, pero un pésimo escritor. Usted es una pésima persona, pero es buen escritor. Creo que seríamos un buen equipo. No quiero pedirle ningún favor pero si tiene tiempo, y por lo que vi, dispone de mucho por favor corrija esto por mí. Es un discurso fúnebre para Hazel. Me pidió que lo escribiera y eso intento, pero le vendría bien algo de estilo. El punto es que todos deseamos que se nos recuerde. Pero Hazel es diferente. Hazel sabe la verdad. Ella no quería un millón de admiradores. Solo quería uno. Y lo tuvo.
Quizá no la amé mucho tiempo, pero sí profundamente. ¿No es más de lo que la mayoría logramos tener? Cuando Hazel estuvo enferma, me enteré de que yo iba a morir pero no quería decírselo. Me colé en Terapia Intensiva diez minutos y me senté con ella antes de que me descubrieran. Tenía los ojos cerrados, la piel pálida pero sus manos aún eran sus manos. Aún tibias, y tenía esmalte azul muy oscuro en las uñas y las tomé entre las mías. Intenté imaginar un mundo sin nosotros y lo vacío que estaría. Ella es muy hermosa. Uno no se cansa de mirarla. No te preocupa si es más lista que tú, porque sabes que lo es. Es graciosa, pero jamás es cruel. La amo. Vaya que la amo. Soy muy afortunado por amarla, Van Houten. No puedes elegir si van a hacerte daño en este mundo pero sí eliges quién te lo hace. Y me gustan mis elecciones. Espero que a ella le gusten las suyas. ¿Okay, Hazel Grace?
- Okay.

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